«Cuando estás mal, aunque no quieras, necesitas a alguien. Cuando caes al pozo, necesitas que alguien te lance una cuerda y te ayude a subir. Porque tú solo no puedes hacerlo, es casi imposible. Pero… ¿Y si tú al necesitar ayuda te crees una molestia? ¿Y si cuando estás subiendo, dando todo de ti por salir, la persona que te ayuda de repente suelta la cuerda?
Aunque sea por un mísero segundo, vuelves a caer, vuelves a pensar en lo mismo, y vuelves a pensar si merece la pena salir del pozo, te preguntas si aquello que hay fuera merece la pena, porque al menos estando en el pozo sabes lo que hay, no te arriesgas a que algo ocurra. Y sobre todo no molestas a nadie, porque cuando ni tú mismo te quieres… ¿Quién va a quererte? Cuando ni tu te valoras… ¿Quién va a valorarte? Y cuando tú no te ayudas.. ¿Quién va a ayudarte?
Siempre pensando que eres una molestia, siempre pensando que deberías haberte quedado en casa, siempre pensando que no encajas, que eres una oveja negra entre un grupo enorme de ovejas blancas, siempre pensando que seguramente todos prefieran que no estás, pero aun así estás, porque ya no sabes qué hacer, porque ya no sabes dónde ir ni con quién estar, porque ya no sabes en quién confiar, no sabes quién está dispuesto a estar al cien por ciento tanto en las buenas como en las malas, hay que aprender a diferenciar las personas que realmente merecen la pena, hay que aprender a comprender a las personas y darse cuenta cuanto antes de cuan daño pueden llegar a hacerte, de si te hacen más bien o más mal.
Y sobre todo, hay que decidirse, porque si la persona que escoges para que tire de la cuerda y te ayude a salir, no es la adecuada, solo harás que volver a caer, tantas veces como te sean necesarias para darte cuenta y pedir ayuda a quien realmente está dispuesto a dártela. Porque no todos están dispuestos, no todos son lo suficientemente fuertes como para aguantar tus penas a parte de las suyas propias.»
Si quieres leer contenido similar haz clic aquí.
Sin comentarios